5.20.2008

Es bueno ser Salvaje.

La sangre no miente, tampoco dice toda la verdad todo el tiempo. La sangre te jala, te acerca, y te repele como a un insecto que sólo quería un poco de sangre. La sangre busca y da presentimientos. La sangre es difícil de tolerar, de olvidar y de perdonar. La sangre es, a veces, lo único que tenemos. No lo peor. No lo mejor. Lo único. Eso que no te puedes quitar de encima así quieras, ni raspándote todo el cuerpo con una piedra afilada. Lo único. Lo último. The Savages es una película sobre la sangre.

Wendy (Laura Linney) y Jon (Philip Seymour Hoffman) Savage son hermanos, eso ya es mucho, para bien, para mal, es una condición. Su padre, un tipo abusivo por naturaleza, los abandonó a ellos y a su madre cuando eran pequeños. Años después, la madre sale a una cita y no vuelve jamás. Los Savage, que no eran más que dos niños perdidos en un juego de adultos inmaduros, se quedan solos, crecen solos, arrimados, hundidos, crecen porque tienen que hacerlo, no porque les resulte sencillo o lógico, y entonces se vuelven, en algún grado doméstico y destructivo (pero no irrepárable), salvajes.

Los encontramos adultos, grandes en la medida de lo posible. Ella es una profesora substituta que anda buscando becas que le permitan dedicarse al teatro, en rigor, a escribir una obra sobre dos niños abandonados por sus padres. El es un profesor de filosofía que enseña drama (algo de lo que sabe harto) a estudiantes de teatro y, al tiempo, prepara un libro sobre el humor negro en la obra de Bertolt Brecht. Ella sale con un hombre casado. El ha vivido con una mujer polaca durante tres años, la ama, pero no se casará con ella, ni siquiera ahora que la visa de la mujer ha expirado y el matrimonio, que tendría su buena parte de cariño, podría ser una solución. No. La polaca se marcha y Wendy sigue viendo al hombre casado. Los Savage no saben, nunca aprendieron, a vivir como Dios manda.


Los encontramos porque su padre, un anciano que sufre de demencia, y prácticamente los ha olvidado, se ha quedado viudo, sin hogar y le ha dado por escribir en el espejo del baño usando sus propias heces fecales. Los hijos tienen que hacerse cargo de su padre. De un padre que poco o nada se hizo cargo de ellos cuando tuvo que hacerlo. Sin embargo, a los hijos no les cabe ninguna duda: ése es su trabajo. De nuevo, la sangre. Mientras buscan asilo para el viejo, y se ven obligados a jugar a la familia por lo menos hasta que el padre muera, Wendy y Jon se conocen más que nunca, se voltean, se gritan, se critican, se sacan cosas en cara, en fin, tienen, por primera vez en mucho tiempo, que ser hermanos con todas las de la ley. Y ahí, esta cinta triunfa.

Harto diálogo. Porque si algo le ha hecho falta a estos hermanos, a esta familia, es eso, hablar. Todas las familias, ya lo sabemos, son disfuncionales. Una familia que funcione a la perfección no es una familia, es, acaso, un dictadura donde los tiranos han podido silenciar al resto. Los hermanos Savage, en sus cuarenta, están en la posición de crear un régimen, de inventar una nación. La familia, si se consigue, debe ser patria y bandera y no debe remitirse a una ubicación geográfica, ni someterse a estados de ánimo combustibles. Con todo eso, los chicos se portan a la altura. Los chicos lloran, pero se hacen cargo de sus lágrimas y, al final, sin querer, sin habérselo propuesto ni por un segundo es Lenny Savage, el viejo, el gran culpable, magistralmente interpretado por Philip Bosco, el link entre dos torrentes sanguíneos que provienen de la misma fuente. Los Savage bien podrían esperar en silencio la muerte de su padre, para luego no verse más que en e-mails navideños o cumpleañeros. Pero no. Toman al toro por los cuernos. Se miran a los ojos. Se rompen. No llegan a adorarse, no son almas gemelas. Consiguen, eso sí, aceptarse, algo que no muchos, cada vez menos, pueden hacer con gente de su misma sangre. Tarea nada fácil.


El tráiler.







2 comentarios:

Danielo dijo...

Hay dos películas sobre la familia que salieron unos meses antes que The Savages por acá... una es la segunda de Noah Baumbach, director de la gran "The Squid and the Whale", otra película sobre la sangre; se llama "Margot at the Wedding" y es tan o más intensa que The Savages.

La otra, en un tono distinto, pero con los mismos elementos de los que hablas en la reseña, la última peli de Sidney Lumet "Before the Devil Knows you are Dead" en la que Seymour Hoffman repite excelente rol de nuevo y hace de hermano de Ethan Hawke, de esposo de Marissa Tomei y de hijo de Albert Finney...filmada en HD, chequéenla pronto.

Y si quieren explorar el mismo tema en otras latitudes, les recomiendo las pelis de Daniel Burman (El abrazo partido, Derecho de Familia,etc) que también hablan mucho de eso, pero en español.

A los que les interesa la fotografía, como a mí, chequeen artículos sobre The Savages (la foto es muy bacán) en

http://icgmagazine.com/2007/dec/dec07.html

Eso.

PS. Buena sugerencia Factotum. Lily Taylor, a ratos, mejor que Matt Dillon. Ojo a la escena del chuchaqui de ambos, lo mejor de la peli...

Juan Fernando Andrade dijo...

Danielo,

vi ambas pelis. la de Lumet, para serte franco, me decepcionó, ya no aguanto q todo el mundo acabe mal. quiero ver pelis donde la gente solucione sus problemas. Margot... es increíble, muy muy dura, casi demasiado para ser vista por alguien q no venga d un hogar destruído, pero ya lo dijimos, todos somos disfuncionales.

Factotum ES TODO

nos seguimos viendo x acá

gracias x seguir en el club

abrazo