6.09.2008

08-06-08


Esperando la felicidad (Heremakono)
Mauritania-Francia / 2002 / 95 min.
Escrita y dirigida por: Abderrahmane Sissako

En un lugar muy, muy remoto, alejado de la mano de Dios, donde no pasa nada o nada de lo que pasa parece algo, ahí, pasa esta película. El sitio se llama Nuadibú y los primeros planos lo muestran como material Nat Geo TV. Por suerte, el film avanza. Con una cámara que bien podría ser un lienzo, pues apenas y se mueve, vamos descubriendo las rutinas de este pueblo-patíbulo, dónde todos parecen estar esperando algo, pero nadie sabe muy bien qué.

Se trata de un film coral con algunos personajes que aparecen más que otros. Está Abdallah (supongo que así se escribe originalmente el nombre de nuestro tristemente célebre ex presidente), un muchacho que vive con su madre, que no entiende el idioma, que quiere irse a Europa YA y que ha aprendido a fumar. Está Maata, un viejo de sabiduría limitada que está aprendiendo a hacer instalaciones eléctricas. Pero el que se roba la película, largo, es un niño pequeño llamado Khadra, que anda por ahí, jugando con todo lo que encuentra, pidiéndole a Maata que le cuente historias, interesado en la electricidad, y cantando canciones que su padre le ha dicho que no cante. Cuando su progenitor le dice que un día de estos, de tanto salto, se va a tropezar y se va a matar, Khadra responde: vives diciéndome que me voy a morir, ya no le tengo miedo a la muerte. Grande Khadra, el suvenir que uno se lleva de este arenoso film.

Aunque en rigor sea al revés, la música africana parece Paul Simon, era Graceland. No me queda claro si lo que espera esta gente sea la felicidad. Más bien, se me hace que viven entre paréntesis. Interesante por lo lejana, casi turística. Difícil por el pulso adormilado. Como dice el director Sissako: Mi cine no es un grito, sino un murmullo.

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Ficción
España / 2006 / 107 min.
Escrita por: Cesc Gay, Tomás Aragay.
Dirigida por: Cesc Gay.


Basta con que dos personas pasen mucho tiempo juntas para que se atraigan. Mucho más si las dos tienen sus respectivas parejas y se encuentran, de pronto, ante algo nuevo que podría transformarse en amor. En este film encontramos dos amantes contenidos. Ella es violinista en serio y él director de cine. Ella está de vacaciones en este sitio paradisiaco del Pirineo. Él no está de vacaciones, está tratando de terminar un guión que no le sale. Santi (un Javier Cámara que se luce), su mejor amigo, le dice: haz la película que te salga de los cojones. Gran concejo, un artista debería hacer sólo lo que le sale de los cojones. Pero este director está perdido, y algo vacío.

El film transcurre mucho, demasiado, en la media cancha, es decir que se gasta buena parte de sus rollos en un vaivén de inseguridades e indecisiones. Bien porque solemos pasar mucho tiempo en la media cancha de la vida real. Mal porque a la mitad uno empieza a sentir que la cosa se estancó. Sin embargo, el remate final es un gol de media cancha. Un tiro potente y decidido que apunta al ángulo y rompe con violencia las telarañas de esquinas olvidadas.

Film sobre la identidad, sobre lo que somos, lo que queremos ser y lo que terminamos siendo. Y sobre cómo nos portamos mejor con la gente a la que no conocemos ni nos conoce, que con la gente que nos soporta a diario.

Frases célebres de Santi (Javier Cámara):

Cuando Alex, el director de cine, se ha puesto amargado e insoportable: Date una ducha, hazte una paja y tómate un gin tonic.
Cuando le cuenta a Alex que le ha pedido a su mejor amiga que tengan un hijo juntos: Somos amigos, no nos vamos a divorciar.
Cuando Alex le cuenta que tiene un regalo para él: Me encantan las sorpresas, aunque sean malas.

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Upswing
Finlandia / 2003 / 98 min.
Escrita por: Mika Ripatti
Dirigida por: Johanna Vuoksenmaa


Nada que hacer, el finlandés suena mal, feo, poco glamoroso para ser filmado en ficción, de pronto en un documental. Sin embargo, esta cinta se deja ver tranquilamente. Buen plot. Una pareja de jóvenes yuppies, cuya vida marital es tan fría como la nieve, decide hacer algo al respecto: un viaje. La agencia a la que acuden promete algo que ninguna otra: les vendemos información sobre ustedes mismos.

Entonces la cosa se vuelve medio reality show, pero en serio. La adinerada pareja acepta irse de tour a un barrio bajo, a convivir con el pueblo en un edificio mil apartamentos por piso. En papeles, suena bien, interesante, exótico. Y en el principio de la práctica, es genial. Una serie de escenas cómicas bien encadenados y muy coherentes. En un momento, todo en la sala fueron carcajadas bien habidas. El efecto “parejas disparejas”, con todo lo riesgosamente cliché que puede ser, se despliega con maestría. Ahora bien, más temprano que tarde, nos enteramos de que todo ha sido un engaño. Aquí aparecen los baches. La cinta, que empieza como la versión europea y civilizada de “De mendigo a millonario” (la ochentera, de la época dorada de Eddie Murphy), quiere ser de pronto “The Game”, de David Fincher, y como que apunta muy alto. Aun así, y esto es todo mérito de la directora y el guionista, para ese momento ya hemos conectado con los personajes, no los queremos, pero sí queremos que les vaya bien, y entonces nos bancamos la peli tranquilos, hasta el final.

Siempre he pensado que las pelis a las que uno les perdona ciertas cosas son obras privilegiadas. Upswing entretiene, no es para nada una pérdida de tiempo. No es una cena de primera en un restaurante peruano carísimo. Es comida rápida con un toque gourmet.

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