6.02.2008

Si está en la Biblia, debe ser verdad.

A veces pasa. Entras al video club (o allá donde usted sabe y tiene su dealer de confianza) con una idea en la cabeza y sales con otra película en las manos. Cambiar de planes, a la hora de escoger un DVD, es una ocupación de alto riesgo. En un mundo donde todo falla, donde no se puede confiar en nada ni en nadie, donde lo único seguro es que el final llegará y no habrá after party, no podemos darnos el lujo de equivocarnos con el film que se lleva a la casa. Igual, uno se arriesga, con la esperanza de que en ese riesgo venga un sacudón que nos deje patas arriba.

Me pasó hace poco. Días atrás entré a La Liebre Video Club con un título tatuado en la frente y salí con otro. Primero, cambié ficción por documental. Segundo, cambié thriller de asesino en serie por Iglesia vs. Homosexuales. Tercero, cambié ignorancia por conocimiento. Francamente, todo lo relacionado a las causas homosexuales nunca me ha llamado la atención. Como dicen en Portoviejo, mi pueblo, “cada uno es una flor y puede hacer de su culo un florero”. Es decir que jamás he tenido problemas con el dato gay. El amor es el amor. Punto. Tengo amigos gays y amigos heterosexuales y según yo somos todos harina del mismo costal. Envidio de mala manera la sensibilidad y el sentido del humor que poseen personas como Truman Capote, Pedro Almodóvar, Jaime Bayly y Ellen Degeneres (que suena a degenerada y es brillante). Aproximaciones sensoriales a las que los heterosexuales no podemos siquiera aproximarnos. En pocas, no creo que el tema sea polémico. Creo que marginar a alguien por sus preferencias sexuales es ridículo, retrógrado y de mal gusto.



Ahora bien, viendo “For The Bible Tells Me So”, ópera prima del director Daniel G. Karslake, me queda claro que para gran parte de la humanidad, la homosexualidad es una plaga, una abominación imperdonable. El documental presenta la relación que parejas cristianas, fanáticas que rayan en lo irracional, tienen con sus hijos gays. Tema complicado porque bien podría ser un interminable derroche de clichés gastados. Pero no, nada que ver. El film se mete con toda esa sagrada institución que se ha pasado siglos humillando a las mujeres, a las personas de color y a los homosexuales. Y, en buena hora, no cae en discursos utópicos sino que se la juega por el sentido común. La Biblia podrá ser todo lo best seller que quieran, pero toca reconocer que fue escrita hace siglos y, hoy por hoy, interpretarla al pie de la letra sería idiota. Según los reaccionaros conservadores presentados en esta cinta, la Biblia dice que ser gay es pecado, un pecado que puede lavarse y tratarse como una enfermedad. Como siempre, según la iglesia, el que peca y reza, empata. Y el que no quiere seguir en el club, pues no está de acuerdo con las leyes impuestas por la directiva, no tiene más remedio que arder eternamente en las llamas del infierno. ¡Por Dios!

“For The Bible Tells Me So” está llena de personajes entrañables. Tenemos a Gene Robinson, el obispo gay que estuvo casado con una mujer a ver si así se le pasaba, y recibió amenazas de muerte al salir del clóset con la sotana puesta. Tenemos a Chrissy Gephardt, que estaba segura de que siendo lesbiana acabaría con la vida pública de su padre, el político Dick Gephardt, que fue candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Tenemos familias unidas, que no le dieron la espalda al problema sino que lo enfrentaron como mejor pudieron y ahí van, en la pelea, round por round. Porque claro, es muy fácil escribir estas líneas jurando que uno no tiene problemas con los gays, que uno es progre, educado, open mind, pero si tu hermana viene y te dice que está enamorada de una chica a la que, por ejemplo, tú también ves con hambre, la cosa cambia.



Acá el trailer. Y abajo una secuencia animada, que debería estar entre lo mejor de no ficción que ha llegado a la pantalla grande. Pueden ver el documental, por partes, en YouTube. Si no consiguen el DVD, es una opción a considerar.





1 comentario:

ELEBÉ dijo...

Me parece prudente, manaba, que ya vayas tomando partido. Ser gay no es sólo un pretexto para follar más que los demás. Diga.